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Nota de prensa de Otea. Ante la proliferación de los festivales de verano

La información que publicó el domingo 1 de septiembre La Nueva España sobre los festivales veraniegos, que se han multiplicado en las últimas fechas, con una sobreoferta preocupante, aborda un asunto de gran sensibilidad en el sector turístico que merece un análisis con cierta profundidad que debería ser tenida en cuenta por los responsables públicos que autorizan cuando no promueven este tipo de festivales.

No estamos en contra de que existan y se organicen, pero si en el exceso, el horario y las fechas en que se programan que, tal como está realizando en los últimos años, generan un efecto muy negativo en los negocios consolidados disminuyendo de forma notable y ostensible la actividad económica. Es una grave amenaza sobre el tejido empresarial hostelero de las ciudades y pueblos donde se producen estos eventos.

 No son opiniones. Son hechos constatables y que, a nuestro juicio, deben ser tenidos en cuenta por las autoridades municipales y regionales para ordenar y estructurar estos festivales para que lleguen a ser positivos para Asturias y sumen su actividad a la del resto de empresas.

Fechas y Horarios

Llevamos años buscando fórmulas para desestacionalizar el turismo y las administraciones invierten mucho dinero en campañas para ello. Sin embargo, los organizadores de estos festivales se empeñan en desarrollarlos en plena temporada alta cuando más turistas y viajeros nos visitan. Concentrándolos aún más en fechas de alta ocupación con los máximos niveles de turistas y visitantes. O sea, todo lo contrario de lo que se busca.

Esta circunstancia produce una competencia muy negativa. No solo quienes acuden a estos festivales aportan poco a los municipios afectados (su estancia se restringe de forma exclusiva su actividad a los recintos de los festivales, sin poder disfrutar de todo lo que ofrece la localidad), sino que, al ser fechas de máxima ocupación,  restan plazas de alojamiento que serían utilizadas por turistas convencionales que sí acuden a los negocios de la ciudad y generan riqueza.

El modelo de estos festivales se basa en ofrecerlo todo: restauración, bebidas incluso supermercado. Se desarrollan en espacios cerrados, impidiendo la entrada y salida del recinto, de tal manera que se elimina la posibilidad de que los asistentes puedan disfrutar también de los negocios de la localidad. Y mantienen un horario que las jornadas cada año se inician antes y terminan más tarde.

Todo ello tiene un efecto muy grave sobre los establecimientos asentados en la localidad que sostienen durante todo el año la actividad, crean puestos de trabajo estables y pagan impuestos. Insistimos, durante todo el año. Crean el tejido empresarial indispensable en las ciudades y los pueblos.

Es inaceptable que, en los momentos de mayor expectativa de ingresos por ser temporada alta, que son imprescindible para el equilibrio económico anual de los negocios, se organicen y se promueven festivales y actividades en recintos cerrados excluyentes.

Las autoridades locales y regionales deberían preocuparse de este efecto que afecta a la economía de las localidades de Asturias y son una amenaza de la supervivencia de muchos negocios y que provocarán, a medio plazo,  a que desaparezcan determinadas actividades durante todo el año. Ya lo estamos viendo.

Desestacionalización

Desde el sector creemos que este tipo de festivales pueden ser positivos y sumar su actividad a las del resto de negocios si se modifica el modelo y se programan en otros periodos de baja ocupación y actividad. Tal como está actualmente con una sucesión e incluso solapamiento de festivales en las épocas de mayor actividad turística, es insostenible. También para los propios festivales como se apunta en La Nueva España que ya notan el exceso de convocatorias.

Estas actividades, que tienen tirón y atractivo suficiente, deben programarse en periodos de baja actividad turística y deben regularse los horarios para que la hostelería pueda aprovecharse. Estos festivales tienen que ser compatibles y complementarios a los negocios de cada localidad. Es imprescindible ponernos a ello cuanto antes y los responsables municipales y regionales son quienes deben promoverlo.

Sostenibilidad

En OTEA creemos firmemente en el desarrollo de un turismo sostenible. A menudo este tipo de festivales se emplaza en localizaciones que difícilmente están preparadas para absorber un impacto tan acentuado en tan poco tiempo y las que lo están tampoco pueden eludir su responsabilidad en esta materia. Los festivales pueden producir aglomeraciones y saturaciones que no sólo dañan la experiencia de los asistentes, sino del resto de turistas y vecinos de la localidad receptora.

Se produce un intenso desgaste de las infraestructuras y servicios locales que afectan a todos, también a la hostelería, que contribuye con sus impuestos al mantenimiento de esas infraestructuras y servicios durante todo el año.

Las calles abarrotadas, la acumulación de residuos, la contaminación acústica, el consumo excesivo de recursos (agua, energía, etc.), incluso el impacto en la biodiversidad (especialmente de aquellos que se celebran en entornos naturales) … no sólo repercute negativamente en las poblaciones de acogida, sino que puede disuadir de un perfil de turistas más propicios para el desarrollo de un turismo sostenible que, además, genere riqueza.

Entendemos que todas las ofertas de ocio pueden acarrear efectos colaterales, pero no es lo mismo una gestión sostenida, bien regulada y graduada en el tiempo, que la tan intensiva y, cada vez, más recurrente degradación que se asocia a este tipo de propuestas.

Debemos preguntarnos si este tipo de turismo intensivo y efímero genera verdaderamente una oportunidad económica o contribuye más bien a una momentánea, y poco productiva, captación de grandes titulares para la localidad de acogida, pero de escaso retorno para sus arcas públicas.

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